LOS PILARES DEL AMOR

Amar a un ser humano:

Es  recibir con gozo la oportunidad de conocerlo verdaderamente,  disfrutar de la aventura de la metamorfosis en la persona que crees que es y la persona que verdaderamente es,  de explorar y descubrir lo que  encierra mas allá de sus máscaras y sus defensas; contemplar con ternura sus sentimientos, ayudar a erradicar sus temores, sus carencias,  alimentar sus esperanzas y alegrías, compartir y sobrellevar  su dolor y sus anhelos; es reconocer, con respetuosa compasión, que su mal humor y su ira en la que a veces vive son el producto de su ignorancia y su inconsciencia, y darte cuenta de que si genera desdichas es porque aún no ha aprendido a sembrar alegrías, y en ocasiones se siente tan vacío y carente de sentido, que no puede confiar ni en si mismo; es descubrir y honrar, por encima de cualquier apariencia, su verdadera identidad, y apreciar honestamente su infinita grandeza como una expresión única e irrepetible de la Vida

así que no olvides querido lector, que amar a un ser humano es un templo maravilloso en el que podrías estar toda la vida si te ayudas siempre de estos cuatro maravillosos pilares  

El pilar de la bondad incondicional o benevolencia:

es la capacidad de dar alegría y felicidad a la persona que amas. Aprender  a observarle  por que si no lo comprendemos no lo podremos amar. 

La comprensión es la esencia del amor. Dedicar tiempo a estar presente y atento y observar profundamente. A eso se le llama comprensión.

El pilar de la compasión: Deseo y capacidad de ayudar a aliviar el sufrimiento de la persona amada, para conocer la naturaleza de su sufrimiento y ayudarla a cambiarlo por felicidad.

El pilar de la alegría: Si en el amor no hay alegría, no se trata de verdadero amor. 

Si estamos sufriendo y llorando todo el tiempo o si se hace llorar a la persona que amamos, eso significa que no se trata de un verdadero amor, incluso puede llegar a ser lo opuesto a él.

El pilar de la ecuanimidad y libertad: El verdadero amor hace alcanzar la libertad. Cuando se ama de verdad se le da al otro una absoluta libertad. Si no es así, no se trata de un verdadero amor. El otro debe sentirse libre, no solo por fuera, sino también por dentro.